La escuela está sufriendo una transformación. El sistema educativo es completamente anacrónico para con las necesidades de los niños y de nuestro tiempo. Nuestra escuela durante muchos años fue un lugar de repetición y memorización porque lo que la sociedad de aquel entonces demandaba eran trabajadores que supiesen llevar a cabo trabajos mecánicos y de repetición. No existían los ordenadores así que el conocimiento se almacenaba, además de en los libros, en las memorias humanas. De repente, esto cambió. Las máquinas pasaron a sustituir la mecánica de estos trabajos y el sistema educativo no se adaptó a este cambio. Siguió trasmitiendo el mismo conocimiento una y otra vez y de la misma forma.
En medio de esta transformación surge el desencanto porque por años los niños y docentes han seguido trabajando fuera de contexto, una y otra vez lo mismo. Lo cual ha llevado a muchos docentes a vivir en la incoherencia y en la desconexión.
Las necesidades de la sociedad actual se basan en el intercambio de ideas y en el caracter emprendedor. Para intercambiar ideas, tener buenas relaciones con las personas que nos rodean es imprescindible. Y el carácter emprendedor requiere de personas altamente creativas y motivadas, además de personas que se conozcan muy bien, que sepan cuales son sus puntos fuertes y sus debilidades y hagan una buena gestión de éstos en la toma de decisiones. Repitiendo siempre lo mismo la creatividad no tiene lugar.
Las escuelas comienzan a dar sus primeros pasos hacia una educación emocional más consciente y respetuosa. En este sentido, los castigos han sido sustituidos por la resolución de conflictos, la comunicación asertiva, la autorregulación, el consenso y el diálogo. En muchos centros trabajar a través de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner el autoconocimiento de sus alumnos/as es ya un pilar para construir nuevas formas de hacer escuela que den respuesta a los alumnos del siglo XXI.
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