Hoy me gustaría escribir
sobre el tema de las rabietas. Éste es un tema que he observado suele
influir mucho en las relaciones que se establecen entre muchas familias y
profesionales que acompañamos a los niños.
Todos los adultos que pasamos tiempo con los niños nos sentimos o nos hemos sentido mal cuando algún niño de nuestro entorno experiencia una "rabieta".
A veces creemos que las
rabietas son sólo cosas de niños. Nada más lejos de la realidad. Muchos adultos
tienen también dificultad para superar determinadas situaciones o incluso
dependiendo del momento del día y de su estado de ánimo, se enfrentan a estas
situaciones de la manera más natural que existe: a través del enfado.
Antes de empezar, he
decidido buscar la definición de rabieta en el diccionario, encontrándome con
la siguiente definición:
Berrinche: enfado que suele durar poco y
estar motivado por cosas sin importancia.
Tras leer
semejante definición, sinceramente, me he cogido un berrinche.
¡¿Motivado por
cosas sin importancia?! ¡Anda ya! En mi opinión la Real Academia de la Lengua Española no ha tenido en cuenta cuando ha elaborado tal definición, que para cada uno, sus emociones son importantes. Me gustaría que la sociedad entera hiciera un ejercicio de reflexión
sobre la visión que tenemos de las emociones. ¡Basta ya de rechazar emociones
tales como el enfado o la tristeza y de calificarlas como negativas! Por no
hablar del “suele durar poco” ¡Eso! los duelos, desconsuelos, dolores,
aflicciones, penas y tristezas, que duren poco que son bastante molestos y los
provocan problemas sin importancia. Y digo yo...que duren lo que tengan que
durar, que así nos va. Todo el día enterrando nuestras emociones “negativas” lo
antes posible, para que luego aparezcan años más tarde, de manera subconsciente
en forma de depresión, enfermedad o trastorno. ¿No será mejor permitirnos
sentirlas, conocerlas mejor, que nos ayuden a crecer y a superarnos?, ¿salir
como el ave Fénix fortalecidos de nuestras cenizas, de nuestros dolores?
Ahora comienzo a
entender porqué llevamos tan mal eso de las rabietas, y, como desde que somos niños esta sociedad
comienza a esconder sus dolores, sus emociones, a contenerse, a dejar de
escucharse. En primer lugar esta
sociedad cree que los berrinches y las rabietas están motivados por cosas sin
importancia. ¡¿Sin importancia?! Perdonen ustedes pero si tras 20 años
trabajando para la misma empresa, dedicándole horas de tu tiempo libre para que
ésta funcione mejor, un buen día usted llega a su trabajo y se encuentra con
una carta de despido y alguien más joven en su lugar de trabajo, y, encima, cuando
va a hablarlo con su jefe en medio de un berrinche(porque sí lo que usted
cogería sería una rabieta o un berrinche, es decir, un enfado descomunal) éste
le dice- Bueno, tampoco es para que se coja este berrinche, no tienen tanta
importancia. Puede conseguir otro trabajo fácilmente. Usted tiene que dejar
paso a la gente joven. No es justo que sea usted el que siempre goce de un
sueldo y una estabilidad, ¿qué hay de los jóvenes?.-¿Qué cara se le pone a
usted encima de tener que pasar por semejante disgusto cuando su jefe le dice
que no tienen tanta importancia? ¡Exacto! Seguramente le darían ganas de
saltarle encima.
Como
explicarlo... a los niños les sucede lo mismo. Creemos que los problemas de los
niños no son de importancia pero para ellos, sí lo son. Les restamos
importancia dejándoles desamparados, no saben qué hacer con sus dolores, con
sus tristezas, con sus frustraciones y comienzan a ocultarlos, a esconderlos, a
satisfacer las necesidades ajenas y no las propias. Cuando un niño está por
ejemplo enfrascado jugando y viene otro niño y le quita algo que está
utilizando, lo más probable es que se coja una perreta o un berrinche. También
lo más probable sea que el adulto que esté con él venga y le diga: Venga
Pepito...no es para tanto. Tú llevas mucho rato jugando con esto, ahora le toca
a él. Tenemos que compartir los juguetes. ¿Por qué no juegas con él y así pueden tenerlo los dos? -. ¡Tela
marinera! Señores...seamos serios. No juzguemos el dolor ajeno, no estamos
ayudando a que los niños conecten con sus emociones de esta manera pero si
estamos contribuyendo a generar más frustración. Frustración que ni siquiera
saben que están sintiendo, pues ni siquiera podemos contar con que el
adulto que nos acompaña nos explique porqué nos sentimos de una o de otra
manera, pero sí que nos dirá- Pasa ya a
otra cosa, esto no tiene importancia-. La emoción no desaparecerá, quedará ahí
adentro. Se guardará en nuestra particular caja de Pandora.
Quisiera
compartir con ustedes algunas
herramientas para acompañar a nuestros niños en sus rabietas de una manera más
respetuosa. Ya se sabe que el más puro estado de amor es dar sin esperar nada a
cambio y sin embargo todos sabemos que si
damos amor, recibiremos amor. Si somos capaces de mejorar nuestras relaciones
con nuestros niños, nuestra relación con el mundo mejorará y la de ellos
también, y será lindo ver un mundo más respetuoso a nuestro alrededor.
- Respirar: a veces sólo con tomarnos un tiempo para respirar nuestra
visión del problema cambia. Respirar nos ayuda a relajarnos, no sólo
físicamente sino emocionalmente también. Si nuestros músculos están relajados
nuestro cerebro recibe esta información y viceversa. Estar relajados nos ayuda
a enfocar la solución a un problema de muchas maneras diferentes.
- No soy yo el/la que tiene el problema.
Tomar conciencia de que no soy yo quien está dolido, frustrado,
enfadado. Pero sí que puedo contribuir a agravarlo si no soy capaz de detectar
y controlar las emociones que me provoca esta situación.
- Dejar de lado nuestras creencias sobre cómo nos gustaría que se solucionara el
problema.
- Seamos humanos, acompañándolos también en sus emociones, validándolas
sin restarles importancia. Preguntemos con cariño ¿qué necesitas?
- Seamos
sinceros nosotros también con lo que necesitamos en ese momento y tratemos
de comunicarlo amablemente, para entre todos buscar una solución.
-Seamos el modelo que queremos ver. Cuando acompañamos a los niños en la gestión de rabietas y berrinches es importante no hacerlo con gritos o amenazas. De otro modo los niños aprenderán a gestionarlos de igual manera.
-Seamos el modelo que queremos ver. Cuando acompañamos a los niños en la gestión de rabietas y berrinches es importante no hacerlo con gritos o amenazas. De otro modo los niños aprenderán a gestionarlos de igual manera.
- Y sobretodo, si no
puedes controlar las emociones que te producen las rabietas ( ira, enfado,
cólera): pide ayuda. A veces es
necesario sanar nuestras propias heridas para que esas emociones no nos
dominen. Cuando un niño tiene una rabieta y tú te molestas por ello, no
sólo es el niño el que no sabe cómo resolver la situación, tú tampoco.
Tus emociones pueden contribuir a agravar el problema y te impedirán ver
con claridad qué necesita y cómo acompañarlo para que su situación
mejore. A veces algunas experiencias vividas durante nuestra infancia bloquean
nuestra capacidad para ayudar a los niños a resolver sus problemas.
Por último les comparto este
enlace en el que las creadoras del coaching Pedagogía Blanca, Azucena Caballero y Mireia Long, nos dan las 3 principales
razones por las que todo adulto puede sentirse mal cuando un niño tiene una
rabieta. Pienso que es un bonito ejercicio de reflexión para terminar esta
entrada al blog.
Te salio del alma esta entrada también piba...que me ha encantao!!!! <3
ResponderEliminarGracias Macu... <3
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