Carta a mi niño:
- Mamá, ya soy bueno. ¿Puedo volver a tu escuela otra vez?...
Una mañana soleada de septiembre nos subimos juntos al coche.- ¡Por fin ! ¡Qué alegría! -Mi niño se viene conmigo. -Allí vas a aprender un montón de cosas. Ya verás que seño más guay.Conocerás muchos niños. Y nos podremos ver. -
Un mes más tarde, nuestras mañanas ya no eran soleadas...- ¡ Joder! -Menudo camino me espera. -Cariño...no llores más, por favor. Mamá no lo puede soportar.- Pero es que mamá, yo ya no quiero ir más. ¿No podemos quedarnos en casa?- No, mamá tiene que trabajar.-
Es que el niño debería haber ido a otro cole- decía la gente.- Le cuesta porque sabe que estás allí. Si te ve quiere estar contigo. -
Dos meses más tarde discutía con tu padre por teléfono una mañana. -Esto no puede ser. No podemos seguir así. Llegamos llorando los dos al colegio. Yo así no puedo trabajar. - Qué egoísta era mamá por aquel entonces, cariño. No pensaba con el corazón...
Tres meses después me decía tu señorita. -Hoy ha vuelto a morder. Lo he sentado para que pensara. Y al llegar a casa, te preguntaba y me decías - No quiero hablar de eso contigo, mamá. Ya lo hablé con la seño. - Y yo miraba a papá y le decía por lo bajini: -Ha tenido un día duro...No quiero presionarlo. Se tiene que sentir fatal. -
Cuatro meses más tarde nos hablabas de un enano gruñón. -Cariño y qué es eso de un enano gruñón? -Y nos contabas- Es un sitio donde se sientan los niños. -Todos los niños cariño?- No, mamá. Sólo los niños que somos malos.- Cariño mío, tú no eres malo. No hay niños malos- Se nos encogió el corazón. Nos miramos, y sin hablar...lo dijimos todo.
Cinco meses después...Ya no llorabas en el coche...Ibas durmiendo. Al llegar no te querías separar de mi. Yo tampoco de ti. Aunque lo disimulaba.
Seis meses más tarde las mañanas eran oscuridad, soledad y llanto. Y las noches también. -Mamá...no quiero ir al cole.- ¿Por qué cariño? .- Tengo miedo. -¿De qué mi vida? -Porque a lo mejor cuando estemos sentados en las estrellitas de la asamblea me muevo y me sientan en el enano gruñón. Yo no quiero sentarme en esa silla.
Siete meses después te dije que buscaríamos otro cole. -¿Por qué mamá? Me gusta mi cole. Cariño, ¿qué es lo que te gusta de tu cole.?- Mi amigo Saúl mamá. -Ya mi vida. ¿ Podrías quedar con él fuera del cole, o ir de visita?...
Fue entonces cuando comenzamos a visitar colegios y a coincidir en jornadas de puertas abiertas con algunas familias que andaban buscando una educación más acorde con nuestro modo de entender la educación y el aprendizaje: Waldorf, Montessori... Hasta el día que fuimos a visitar La Cantonera.
Fue entrar en ese sitio y sentir la magia. Recuerdo que estaba muy atenta a la presentación de este proyecto:¡ una Escuela Libre! Había oído hablar de ellas...pero nunca pensé poder formar parte de una de ellas.Yo oía las palabras de aquel maestro y padre, y al mismo tiempo se dibujaban claramente las líneas de aquello que estaba buscando. No sólo para mi hijo... Me dije: ¡Así podría ser la "Escuela de Todos"!
Disfrutaste mucho de aquel espacio aquel día.
Ocho meses más tarde...No quiero contar lo que pasó ocho meses más tarde.
En el noveno mes me parí a mi misma. Y también tú volviste a nacer.
Crecimos rápido en la Cantonera. Y todo lo que hacemos es autoconocimiento y aprendizaje mutuo. Y continuamos creciendo ahí. No es un lugar perfecto. Nadie lo es allí. Ni lo queremos ser. Crecemos juntos.
Lo que la hace diferente es la comunicación y el sentido de pertenencia a una tribu. Allí cambiamos el: -¡Dáte prisa!-por - Podemos estar un rato más aunque deseo irme.- ¡Vale! ¡7 minutos más!- el - No se llora- por - Veo que estás triste. Te escucho. - No imponemos, ofrecemos, proponemos...acompañamos. Es un lugar al que vienes a pasar tu mañana, tu tiempo ...tal y como tú eres. Un lugar seguro, donde te dejan arriesgar porque tu cuerpo te lo pide. Dónde buscas respuesta a tus preguntas y te acompañan en tus respuestas, sin juicios, sin prisas. No nos separan los pupitres, ni nos detienen los cambios de profesor.
Y así...todo lo que va surgiendo es ya en sí una fuente de aprendizaje. En los personajes de tus disfraces, en los libros de tus personajes, en tus momentos en soledad, en tus momentos con tus amigos, cuando viajas por el mundo siguiendo a tu equipo de fórmula uno, escalando árboles , inventando colores... Cuando te detienes a mirar cómo pinto y te digo -Yo pinto así pero hay muchas maneras de colorear. A mi me gusta hacer primero el borde y luego ir hasta el centro poco a poco. Pero hay gente que lo hace haciendo rayas en todos los sentidos, pintando hacia un lado, en círculos-.Y me respondes - Sí, mamá. En La Cantonera hay niños que se sientan a pintar y empiezan y terminan. Otros se sientan y se levantan, se sientan y se levantan... - Sí, es lo mismo. Y a ti...¿cómo te gusta?. -A mi me gusta sentarme y levantarme mami.
Los niños vienen a este mundo puros, llenos de sabiduría. Y así sucede contigo también. Y comenzó a suceder el día que te devolví tu vida, el día que comencé a escucharte. Mágicamente entre más te escuchaba a ti, mejor me podía escuchar a mi. El día que decidimos que se puede aprender de manera espontánea porque es la forma natural en la que el ser humano manifiesta su necesidad de saber, de aprender, de comprender, de resolver sus dudas y conflictos... Porque nuestra mirada ya no puede contemplar el aprendizaje impuesto, que viene de fuera y no de dentro.
Poco después de un año y medio...un día, en la cama...me dijiste.-Mamá, ya soy bueno. ¿Puedo volver a tu escuela otra vez?... Lo siguiente que dijiste fue - Bueno, no. Echaría mucho de menos a mis amigos, y salir al patio cuando quiero, y comer cuando quiero, y jugar cuando quiero... Te respondí - Cariño... cuando quieras hablar conmigo, puedes llamarme por teléfono- con la tranquilidad de saber que las personas que te acompañan te ofrecerán su teléfono si necesitas hacerlo.
Ha pasado el tiempo. Estamos muy contentos de haber encontrado este lugar para ti, mi niño. Agradecidos de poder compartir con estas lindas familias lindos caminos.
Te quiere,
Mamá.
La Cantonera
Érase que se era un lugar hecho para soñar.
Érase que se era la historia de la escuela pero al revés.
Lo importante ya no lo era
Jugar importaba otra vez.
Sumas en la pared.
- ¡ 7 minutos más !
Árboles para escalar.
Árboles para escuchar.
Árboles para soñar...
Una escuela de maestros,
una escuela al revés.
¿Quiénes son los que están atentos?
Allí todo es al revés.
Vi un reloj volar,
un arenero de cristal
y un caracol patinar.
Unos duermen.
Otros sueñan.
Y sus ojos que se abren
para despertar.
Érase que se era una escuela al revés.